Hoy en un día nublado, lluvioso y con un poco de frío mi amado esposo una vez más parte de mi lado, nada me gustaría más que acompañarlo en su largo viaje, cada que se despide de mí, contengo todo mi ser, para no demostrar mi tristeza.
En algunas ocasiones me falta el pensamiento para expresarle todo mi sentir a mi amado esposo, buscando, buscando, encontré algunas cartas de amor llenas de romanticismo y amor verdadero, palabras que me faltan pero que expresan todo lo que siento en este momento.
La primera carta de amor se la envió el cantante estadounidense Johnny Cash a su esposa, la también cantante June Carter. Ambos estaban casados, pero se enamoraron profundamente y él termino pidiendole matrimonio públicamente, en un concierto. En 1994, él le escribió:
Nos hacemos viejos y nos acostumbramos el uno al otro. Pensamos parecido. Nos leemos la mente. Sabemos qué quiere el otro sin preguntarlo. A veces, nos irritamos un poco el uno al otro. Tal vez, a veces nos damos por sentado. Pero hay ocasiones, de vez en cuando, como hoy que lo medito, me doy cuenta de la suerte que tengo por compartir mi vida con -el hombre- más extraordinario que he conocido. Todavía me fascinas y me inspiras. Me influyes para mejorar. Eres lo que deseo, la razón número uno en la tierra para mi existencia.
La segunda carta de amor que en estos momentos yo quiero dedicarle a mi esposo, fue del boxeador Marcel Cerdan para su gran amor Edith Piaf, los cuales vivieron el uno para el otro durante años. Las cartas de amor que ambos se intercambiaron son la prueba de su intenso y romántico amor, ella le escribió a él:
Yo te amo irracionalmente, anormalmente, locamente, y nada puedo hacer para evitarlo. La culpa es tuya, eres magnífico. Abrázame con el pensamiento entre tus brazos y piensa que nada cuenta en el mundo aparte de tú y yo, escribió Edith Piaf a Cerdan un 20 de Mayo.
Y él le respondió
Existe una sola Edith Piaf y yo tengo la suerte, yo, pobre boxeador bruto, de ser amado por ella (..)
Lo mismo te digo esposo mío
Existe un solo -Alex A M- y yo tengo la suerte, yo, pobre programadora bruta, de ser amada por él (…)
Y hoy te digo, Siempre tuya. Siempre mio. Siempre nuestros – Beethoven a su “amada inmortal”
Regresa pronto a mis brazos amado mío.